La moda y su impacto medioambiental.
En estos últimos años los precios de la ropa han caído, lo que permite que cada vez compremos más. Esto a los consumidores nos parece fantástico hasta que descubrimos una serie de motivos por lo que esto es posible y consecuencias que nos llegan a nosotros o que sin afectarnos directamente, existen. Hay consecuencias para nuestro planeta, por lo tanto para nuestra salud y en la vida de los trabajadores de confección.
Antes que nada quiero comentar un nuevo término muy relevante en este tema, ya que todo va a girar en torno a él. Ha surgido un término llamado fast fashion que quiere decir “moda rápida”. Se creó ya que según estadísticas es casi imposible poder llevar una prenda muchas veces sin que esta se estropee. Esto se debe a que la calidad de la ropa es peor, por lo tanto se agujerean, pierden color, etc. De hecho, la ropa cada vez viene peor hecha, insisten tanto en la cantidad de productos, que la calidad ha pasado a un segundo o tercer plano. Aparte de que las tendencias cambian muy rápido y como comentamos en la publicación anterior, sentimos la necesidad de estar al día y por lo tanto seguir adquiriendo productos que no te hagan parecer desfasado. En esto consiste fast fashion, en ropa prácticamente desechable.
Es lógica que cuanto más se produce pues aumenten los daños en el medioambiente, contando también con que la industria textil es la segunda más contaminante del mundo. Aquí voy a nombrar unas cuantas consecuencias como es la contaminación del agua. Las aguas residuales que vierten las fábricas textiles contienen sustancias tóxicas ya que ni si quiera pasan por ningún tipo de tratamiento anteriormente. Esto es dañino para personas que viven a orillas y para la vida acuática, la contaminación del mar se extiende por todo el mundo. Los fertilizantes para la producción de algodón también contaminan por aguas escorrentías y de evaporación. Pero la industrial textil no solo contamina el agua si no que es una gran consumidora de esta. Se utiliza sobretodo para el proceso final de nuestra ropa y para la producción del algodón, también necesita mucha cantidad para crecer. Actualmente sabemos que el agua es un recurso muy importante en nuestras vidas ya que dependemos de él, pero es un recurso que cada vez es más escaso.
Si seguimos hablando del océano podríamos nombrar las microfibras de las prendas sintéticas que llegan a este. Estas pueden llegar a ser consumidas por organismos acuáticos que posteriormente ingirieren peces formándose así una cadena alimenticia dentro de la que después nosotros formaremos parte. El plástico llega a nosotros y forma parte de nuestra cadena alimentaria. También está demostrado que el uso de esas fibras sintéticas liberan microfibras de plástico al aire. Para terminar voy a nombrar un problema más y es la acumulación de desechos. Por todo lo anterior sabemos que la ropa es tóxica y solo un pequeño porcentaje es quien recicla o dona, el resto va al vertedero y esta pueden tardar hasta 200 años en descomponerse.
A pesar de no nombrar todas y cada una de las consecuencias creo que ha quedado claro que la industria textil es tóxica y que el término fast fashion, debería tener fin. Pero probablemente esto no sea así ya que a estas no les favorecería. Pero este blog amante de la moda, en la siguiente publicación te aportará una serie de tips para que puedas aportar tu granito de arena para ayudar al medioambiente, a parte de seguir yendo a la moda y luciendo cada uno de tus conjuntos.
Estoy totalmente de acuerdo. La industrial textil resulta tóxica para el medioambiente, y mucho más cuando se trata de "fast fashion". Aunque también debemos tener en cuenta que la contaminación que este sector produce no es su único problema. Muchas de las fábricas que generan las prendas que podemos ver tanto en un escaparate cualquiera como en en nuestro propio armario se encuentran en países en vías de desarrollo o incluso subdesarrollados. Numerosas empresas multinacionales se aprovechan de la pobreza de estos lugares y se dedican a la explotación laboral. Las personas que trabajan en dichas fábrican están sometidas a unos horarios abusivos en instalaciones frecuentemente pésimas y cobran un salario casi inexistente. Creo que, al igual que dijiste sobre el fenómeno de "fast fashion", se debería poner fin a la explotación laboral de la industria textil.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario! De hecho, ese tema que has mencionado lo trataré en próximas entradas :)
EliminarEstoy de acuerdo contigo en que la industria textil, como cualquier otra actividad humana, causa un impacto importante en nuestro entorno. Es cierto que para que los cultivos sean productivos, como el del algodón, es frecuente que sean abonados, pero no tienen por qué serlo en exceso. La tecnología agrícola actual va por ese camino. En cuanto a la contaminación de la industria, no tiene por qué. En lo que está en nuestra mano (me refiero a Europa) la legislación respecto a la contaminación es cada vez más exigente. Has argumentado, con razón, que la inmensa mayoría de estas empresas, sin embargo, están localizadas en países del tercer mundo. ¿Deberíamos exigirles que cambien sus leyes y estándares para adaptarse a nuestras exigencias medioambientales? Tal vez, pero no confiaría en el éxito de dicha misión. Otra de las posibilidades es crear certificaciones de garantía de respeto del medio ambiente, como por ejemplo las Ecolabel ( https://www.ecolabelindex.com/ecolabel/eu-ecolabel), o Cotton Made in Africa (https://www.ecolabelindex.com/ecolabel/cotton-made-in-africa).
ResponderEliminarEn lo que sí estoy completamente de acuerdo contigo es en lo intrínsecamente perverso y perjudicial para el medio ambiente que es la filosofía del "fast fashion". Para que esto funcione la ropa debe ser necesariamente barata, por lo que los precios a los productores y fabricantes debe ser muy bajo. Ello llevará consigo la producción de prendas de menor calidad. Los vendedores deberán aplicar menos márgenes, aunque éstos se compensarán con un mayor volumen de ventas. El transporte se incrementará, y el gasto energético con él.
Ya estábamos cambiando nuestra mentalidad con los objetos desechables, de "usar y tirar", y ahora aparece esto.
Es el momento de que la juventud, que actualmente abandera el movimiento ecologista, de un paso al frente y proponga un cambio de paradigma: comprar menos prendas, pagar precios más justos, producir con más calidad, exigir que los productos sean reparables (en el caso de los electrónicos), dar una segunda vida a las prendas de vestir (ya sé que son empresas con intereses económicos, pero no es mala idea).